No quiero ser tan clara, entonces te doy helado de limón y te acaricio hasta que mis dedos se duerman.
Si yo quiero, prendo todas las luces y te desenchufo. Que la vida es corta y qué tanto lamentarse. La musiquita se asoma, te deja mudo.
Si yo quiero, te pinto una sonrisa, la que a mi más me guste, y te obligo a que me obligues. La melodía ya se hizo caramelo y se nos quedó toda pegoteada en la cacerola. Nunca supimos cuándo bajar el fuego.
Si yo quiero, escribo lo odio
te odio-te amo
lo borro
y le pido a la modista que me vuelva a coser a tu costado, pero que esta vez
el hilo sea de un color distinto, porque el anterior no combinaba con nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario